REFERENTES

Antonio Sánchez

Gerente de Semilleros Monteplant

«Me llena de orgullo que los jóvenes estén tan preparados porque eso es lo necesitamos, buenos profesionales que sepan de lo que tiene entre manos»

Una parte importantísima del sector agrícola almeriense expone, por boca de Antonio Sánchez, gerente de Monteplant, detalles de su actividad y la visión que desde esta empresa se tiene del conjunto del sector en Almería y su desarrollo. Detalles sobre el ayer, el hoy y el mañana, dentro del modelo hortícola almeriense, el aprendizaje forzado de los últimos meses, en una situación anómala en la que los productos del campo almeriense no solo han salido adelante, sino que han sido fundamentales para superar todo lo que el ‘bichito’ de la Covid nos ha traído, salen a lo largo de la conversación mantenida en la Casa de las Mariposas con el periodista David Baños quien, una vez más, desde el escenario propiedad de Cajamar abierto al la sociedad almeriense,  plantea cuestiones sobre Almería en futuro y ese mañana en el que la agricultura seguirá siendo un pilar fundamental, parte de ese motor de desarrollo que transforma para bien este pequeño continente que es Almería.

– ¡Qué campaña y media llevamos en el campo almeriense!

-La verdad es que quien se iba a imaginar hace como un año y medio que un bichito ajeno al campo iba a causar tanta problemática.

-De bichos sabéis bastante, no de este, pero es habitual  ya el control biológico, en esa lucha dentro del invernadero

-No tiene la misma repercusión, pero sí es verdad que estamos siempre luchando contra los virus, contra las bacterias y al fin y al cabo, previendo y curando la propagación de  enfermedades que afectan mucho al campo. Hay variedades de plantas hortícolas que tienen problemas de virosis que son muy difíciles de erradicar y que van en expansión.

Antonio Sánchez, gerente de Semilleros Monteplant
Antonio Sánchez, gerente de Semilleros Monteplant, durante la entrevista con el periodista David Baños, en La Casa de las Mariposas de Almería.

Adaptación

-Quizá por esa relación constante con ese mundo de los virus, de las plagas, es posible que se hayan hecho las cosas muy bien en el campo almeriense, porque no se ha parado en ningún monumento y, además, la incidencia del coronavirus tampoco ha sido elevada.

-La verdad es que es de resaltar a las empresas tanto del manipulado y del resto de sectores auxiliares de la agricultura almeriense, porque han sabido adaptarse bastante bien. Con la adopción de medidas preventivas se ha dotado de medios interesantes para evitar la propagación. Creo que hemos superado con notable el tránsito de este virus en nuestras propias empresas y nosotros, en concreto en Monteplant, y lo mismo en otras compañías, no sabíamos al principio si las medidas que estábamos adoptando eran las correctas porque tenía la certeza de si lo que hacíamos era lo correcto.

– ¿Qué han tenido que hacer internamente exactamente?

-En las salas de injerto, que es donde más aproximación hay entre las personas, hemos tenido que separarlas. Los trabajadores llevan una careta y la mascarilla y hay dos frentes intercalados. También se cambió el horario de trabajo porque antes se tenía el turno partido y lo que hicimos fue apostar por una jornada intensiva que empezaba a las ocho menos cuarto hasta las tres de la tarde, sin que durante la misma hubiese contacto entre los trabajadores. Estoy muy orgulloso de mi equipo y muy agradecido por su esfuerzo.

Antonio Sánchez, gerente de Semilleros Monteplant
«La mayoría de las explotaciones que van heredando los jóvenes se van haciendo cada vez más profesionales»

Reinventarse

– ¿Estamos en el final de esta pesadilla?

-Yo creo que sí. Hemos andando mucho en muy poco tiempo y creo que la gente se ha concienciado de la importancia de esto para todos. Aquí no hay distinciones de cultura ni de razas, ni de nada. Esto le ataca a todo el mundo y ataca a todas las edades. Hay gente que se ha ido, agricultores, clientes nuestros… Esa es la peor parte sin duda de esta pandemia

-Lo que ha pasado en la sociedad con el coronavirus es un poco lo que ha hecho muchas veces el campo almeriense de una campaña para otra para reinventarse y me viene a la mente cómo se implantó aquí el control biológico y la lucha integrada.

-Yo soy granadino, pero llevo treinta años afincado en la comarca de Poniente y he visto perfectamente la evolución que ha tenido el sector hortícola y lo que ha sido capaz de hacer en tan poco tiempo. Desde que se regaba a manta, el hidropónico, el riego por goteo, la lucha biológica, la atomización de invernaderos en los cabezales… Se ha visto que es un avance constante. Lo mismo ha pasado con la calidad de nuestros productos, permitiéndonos ser más competitivos. El tema de la lucha biológica es fantástico porque nosotros también la vivimos dentro del semillero. Hay agricultores que lo meten ya en la planta chiquitita para que se adapte, se vaya acostumbrando para que cuando se trasplanta al invernadero del agricultor esté ya aclimatado y preparado para hacer su función. Es espectacular como se hace. Hay muchas cosas que cuestan dinero, mucha investigación y la gente admira a la agricultura almeriense porque hay gente muy buena, muy buenos agricultores, muy buenos ingenieros agrónomos, muy buenas empresas que destinan dinero para la investigación.

-Pero hay veces que se producen ataques contra el modelo de producción. ¿Hay que invertir más dinero y esfuerzo en contar lo que se hace en el campo almeriense?

-Yo creo que sí. Hemos tenido que hacer un esfuerzo para hacer un buen producto y también hay que demostrar que lo es. Y no sé por qué nos cuesta tanto. Quizás porque no hay una unificación de la oferta, hay distintas empresas con naturaleza muy diferente, una disparidad y forma de comercialización que muchas veces nos hace que el control real del producto de calidad sea difícil. También trasciende mucho esa pequeña trampa que se supone que hacen algunos exportadores y agricultores que se dedican a exportar tomates y otros productos de Marruecos y utilizarlos como si fueran de Almería. Todo eso va en detrimento de nuestra calidad y nuestro buen nombre, como provincia, como país. A la hora de hacer un producto que demandan los países europeos, aparte de que seamos buenos, tenemos que parecerlo, como la mujer del César.

– ¿Qué valor tiene la confianza en nuestro campo?

– La confianza en todos los ámbitos de la vida es importantísima. De ahí arranca casi todo porque todo es una cuestión de confianza. Es una de las palabras que más sentido les da a las relaciones comerciales. Eso es lo que te da un aval porque no hace falta otro si le das confianza, si eres hombre de palabra, si el producto que tienes es de calidad.

El semillero

-Están en el principio del proceso del modelo productivo. A ustedes les llegan las semillas y se tienen que encargar de conseguir las plántulas en perfecto estado para después llevarlas al invernadero. ¿Hay que poner en valor el trabajo que hacen los semilleros?

-Si no existieran habría que inventarlos porque el sistema productivo de Almería ha cambiado muchísimo en los diez últimos años. Había como parones de dos o tres meses en los que la gente volvía, descansaba, limpiaban, desinfectaban y empezaban de cero, pero ahora el campo ya no cierra el ciclo de cultivo, el campo no para. Estamos continuamente en un círculo del que no se sale y el semillero es el que tiene la responsabilidad de que una semilla germine en condiciones, se haga una crianza lo más óptima posible para que esa planta tenga todas las características idóneas para que cuando se haga el trasplante sea lo más productiva posible. Existe una trazabilidad en cuanto a la procedencia de las semillas porque hay mucho control de bacterias, de virus, y las empresas obtentoras pretenden que se no se dupliquen las plantas, hay mucho control. Al final lo que pretendemos nosotros es que ese control, que se hace con los semilleros sea en consonancia con el servicio que nosotros préstamos. La casa de semillas trae a través de las cooperativas o agricultores sus semillas, perfectamente definidas, con su sobre, su número de lote, su tratamiento si es ecológico, o no. Nosotros lo que hacemos es introducirlas en un sustrato en las circunstancias que requiera cada una y cada planta tiene un periodo de tiempo de crianza. Desde el momento en que la semilla llega al semillero asumimos una responsabilidad, que la planta cuando salga no vaya infectada de nada. Si es ecológica no puede llevar ningún tipo de producto que rompa esas características y si no es ecológica evidentemente tenemos que luchar contra los vehículos que traen las enfermedades al producto.

– ¿Y si no sale así, ¿ qué pasa?

-Luchamos mucho contra eso y a veces es muy difícil probar que los problemas de una planta se pueden derivar de la propia semilla y no son responsabilidad del semillero. Nosotros hemos tenido a veces que lidiar con las casas de semillas y el agricultor para intentar mitigar los daños y perjuicios que eso le causa al productor, porque en una explotación en la que aparecen algunos síntomas de virus a los veinte días, el hombre tiene que arrancar o tiene que buscar una nueva plantación acorde con el periodo en que le pase. No debemos olvidar que somos una cadena. Lo cierto es que se dan muy pocas incidencias porque también tenemos un sistema de desinfección de agua, controles muy exhaustivos, un asesoramiento técnico muy importante y ya detectamos al inicio cualquier cosa por la estructura de la plata cuando nace. Hacemos observaciones continuas para ver si muestra algún tipo de diferenciación con las que son sanas por naturaleza.

-Las cifras que se manejan hablan de que cada año se mueven en torno a 1. 500 millones de plántulas.

-Es una cifra tremenda. Hay mucha gente que piensa que detrás de un semillero hay una explotación familiar, pero hoy en día hay muchísima gente, porque no solo se cría una simple planta, sino que se manipula, se hacen injertos y eso requiere mano de obra, crear empleo que va rotando y se hace más acentuado. Las estructuras empresariales cada vez son mayores, hay gente de asesoramiento técnico, regadores, aplicadores, manipuladores de plantas. Un requerimiento de personal que cada vez necesita más capacitación y eso, trasladado a los centenares de semilleros que hay en Andalucía, es importante.

Qué sembrar

– ¿Es pronto todavía para hablar de la campaña que viene?

-Estamos al inicio, pero los que conocen la idiosincrasia de los agricultores de Almería, saben que es muy difícil saber por donde van a salir. Es verdad que las propias empresas comercializadoras, las cooperativas y las sociedades, hacen una planificación de la demanda de productos que requieren sus clientes. A nosotros Vicasol nos lleva esa planificación, lo que sus agricultores van a poner para poder abastecer su mercado y eso supone que esos agricultores no tengan esa libertad que tienen otros, pero ganan en más orden, y eso es lo importante porque esto es la ley de la oferta y la demanda y si eres comercializadora que te dedicas a abastecer a un mercado tienes que saber lo que te van a pedir.

– ¿Qué ha pasado con la sandía?

-Aparte de una producción muy grande en un tiempo muy corto, no ha hecho calor. Cuando hace calor apetece, pero si hace frío lo que apetece es beber un vaso de vino y si no hay consumo no hay salida, no hay demanda y hay gente que la ha tenido que tirar. Esto le pasa mucho al agricultor. Trabaja con la idea y la esperanza de que pueda acertar en el producto que elige para su plantación.

– ¿Qué ha cambiado en la forma de cultivar los productos que elige el agricultor de Almería?

-Creo que tienden a especializarse. La mayoría de las explotaciones que van heredando los jóvenes se van haciendo cada vez más profesionales. He visto la evolución que ha tenido esa juventud, que cuenta con formación, que ha seguido estudios vinculados a explotaciones agrarias y eso se nota y mejora lo que va a ser nuestra producción de futuro y ese conjunto de agricultores jóvenes que van a tirar adelante con esta agricultura. Lo he vivido en los treinta años que llevo en el Poniente y, en Monteplant que llevo siete años. He visto la cesión de testigos y cómo están preparados los jóvenes. Eso me llena de orgullo. Eso es lo que necesitamos, buenos profesionales y gente con conocimiento de lo que tiene entre manos.

Retos

– ¿A qué retos se enfrenta nuestra agricultura para seguir teniendo futuro?

– El reto mayor es la mejora de la comercialización y luchar con la competencia desleal que hay no solo internamente de Almería, sino también de países terceros. Hay que hacer más cómplices a los agricultores a la hora de luchar por unos precios para que sean rentables las explotaciones agrarias. Estamos en el camino, recuerdo que no hace mucho se intentaban conciliar los intereses de las alhóndigas con las cooperativas, todo el sector que manipula los productos de Almería veía muy difícil unificar los criterios para mejorar el precio final del producto. Queda mucho trabajo por hacer. Es evidente que dentro de la UE no podemos poner precio mínimo a nada, pero sí es verdad que podemos luchar contra aquellos terceros que intervienen en que sea el agricultor al final el que obtenga el máximo beneficio. Tenemos que estar todos en eso, porque esto es una cadena y cada uno de nosotros un eslabón. Todo el mundo tiene algo que poner y tenemos que implicarnos, sentirnos orgullosos de lo que estamos haciendo, que somos una provincia con un potencial humano y empresarial envidiable. Almería tiene futuro porque hay una parte escondida que es el tema de la investigación, el desarrollo, la forma de sostener todo lo que hemos creado en tan poco tiempo y por eso Almería tiene, bajo mi punto de vista, un futuro muy optimista.

-Almería sin invernaderos…

-… no sería nada